Ambientación

La vida es fácil, respiras y te despiertas, el trabajo o la escuela están esperando ansiosos por tu llegada aunque tu percepción sea completamente diferente. Ocho o nueve horas de tedio, falta de creatividad y espontaneidad y un severo caso de amargura crónica te llevan de vuelta a tu morada y puede que después la noche alivie las garras de la responsabilidad y salgas a divertirte, a emborracharte… a vivir.  


Sin embargo la noche tiene también sus propias garras, una extraña y particular manera de recoger sus víctimas. De la nada llega un coche, un extraño con pintas de conocido, un destello irisente de  luz o un simple suspiro y cierras los ojos ante la intrusión, eso es suficiente. Cuando los vuelvas a abrir sabes que el mundo había girado en mil maneras imposibles. Porque la noche tiene sus presas y sus cazadores.  


Tu mente vuelve a ser consiente  y la nada te confunde, recuerdas la noche, los olores, la simplicidad de lo que rodeaba la maraña de vidas llamada ciudad y ahora ves… nada. La oscuridad lo consume todo y francamente esperas y deseas cual niño asustado que simplemente sea una pesadilla, una creativa imaginación producidas por drogas o por alcohol o por locura; la locura es mejor de la nada.  Pasos suenan y una silueta irrumpe en el lugar, sin rostro ni sexo simplemente te levanta y cambia tu posición para sentarte, estas a punto de conocer el quien es el creador del miedo en tu cerebro.


Una pantalla se abre en un extremo del lugar en donde te encuentras cautivo, unos ojos que no tienes posibilidad de identificar te observan y sabes que algo va definitivamente mal. Esa mirada, los globos oculares desorbitados con el brillo de lo irreal parece que traspasan tu cabeza hasta llegar al rincón en donde procesas el miedo y activar todas las alarmas. Las pupilas dilatadas y el parpadeo constante solo confirman lo que es obvio para cada parte instintiva en tu ser; quienquiera que sea esta demente. Y es que es necesario que la psique funcione de manera incorrecta si vez un rostro pintado con la clásica mascara de payaso y unos dientes anormalmente limados. Una voz mecánicamente distorsionada te saluda, conociendo todo de ti, simplemente te da la bienvenida como si se tratase de un hotel de cinco estrellas; como si esta situación sin sentido fuese poco te dice bienvenido al juego y luego se apaga todo.  


Una vez dentro de este macabro escenario no te queda más opción que seguir a la corriente. El bunker en el que fuiste retenido al inicio da lugar a un pequeño pueblo que parece más abandonado que habitable y territorio salvaje que no deja vislumbrar ningún método de escape. En el centro un pequeño letrero que reza “Bienvenidos a Ilussia” indica el nombre del lugar de tus pesadillas.